La vertiginosidad del fútbol argentino hace necesario que el análisis sea más profundo y que incluya todos los episodios lamentables que transcurrieron en estos últimos 15 días, en los que el show nunca dejó de funcionar y de brindar su (lamentable) función.
Primer acto: La muerte del barra brava que disfrutaba de un “sueldo promedio de 1800 pesos” pero que por “horas extras” solía ganar 5800 según recibo de River Plate, “un club único en Sudamérica”, según las palabras de su Presidente, quien cuando las papas quemaban, viajó a Suiza. Después sí, ya en el país, el hombre llega, llama a conferencia y hasta es muy inteligente para varios periodistas de La Red, ya que convocó a la prensa a la misma hora que Cristina se lanzaba a Presidente. ¡Qué vivo es! Si hasta contesta lo que quiere y se anima a confesar que “con Alan y Adrián hemos tomado varios cafés”. Eso sí “a Gonzalo”, así por su nombre lo llama al asesinado, no lo conocía. Mientras tanto, su club, su equipo, está retrasado dos fechas del resto, ya sea por pedidos absurdos, admitidos por dirigentes totalmente absurdos; como porque “no se puede brindar seguridad” en el partido en el Monumental ante Newell’s. Ya no es curioso y sí notorio que en los medios importantes televisivos, gráficos o radiales, no se dice lo que se piensa de Aguilar y que el tema River carece de opiniones fuertes acerca de la vergüenza institucional que se ha generado.
Segundo acto: Maxi Moralez era la nueva ilusión de un público que vive recargando ilusiones y desilusionándose muy rápidamente. Esto último sucedió cuando el chico de 20 años fue seducido por los sospechosos dólares rusos y emigró hacia esa liga de la que nunca llegan imágenes y en la que murió futbolísticamente un gran goleador que se llamaba Fernando Cavenaghi. La empresa que gobierna los destinos de Racing, como tal (una empresa), no dudó en hacer negocio y vendió al jóven por el que se esperaba sea el líder (visión exagerada) de un equipo que podía pelear el título. Esa idea ya se perdió en el tiempo y los de Costas (quien vive resignado), pasaron de la euforia por debutar con un triunfo, a la desazón de la derrota ante Banfield en el Cilindro, en donde demostraron que son un conjunto de mitad de tabla. “De Tomaso botón, De Tomaso botón, sos un h…. de p…., la p…. madre que te parió”, es el nuevo hit que suena en una Avellaneda que, por ahora, tiene media ciudad contenta.
Tercer acto: ¿Cómo acostumbrarse a que nuestro fútbol se parece cada vez más a cualquiera otra liga sudamericana de poco prestigio? Porque por más televisación en directo de toda la fecha (promesa aún en deuda por las ausencias de River) la oferta es pobre, por momentos triste. Román Riquelme ya no está y parece que tampoco va a estar, total la oficinita de Jefe de Gobierno espera a su nuevo huésped, así que no hacen falta bombas mediáticas que aseguren muchos votos. Sin el único 10, desaparece una buena porción del poco fútbol que se podía llegar a ver en las canchas. Entonces la Nacionalbecización (permiso
La Redó) del Fútbol de Primera es una realidad. Nombres como Luis Tonelotto, Roberto Battión, Martín Galmarini, Gastón Stang, Walter Gómez y varios más, salen con la idea de lucirse en la A y hasta lo logran. Total, si Emiliano Díaz juega una Copa internacional con la camiseta de San Lorenzo, está claro que todo es posible.
Pero a no preocuparse porque habrá más hechos lamentables para resaltar. Más violencia. Más suspensiones. Más cambios de horarios a último momento. Más reuniones en la Casa Rosada. Más funcionarios del COPROSEDE, PROSEF y de cualquier cómite de (in)seguridad. Mientras tanto podemos divertirnos con los graciosos protagonistas de la mesa de La Ultima Palabra y sus historias de cortaduras de pi..., sanguchitos con palazos sorpresivos, y humo, mucho humo.
