Nosotros

Lo que sigue es una especie de catarsis. Algo escrito con la necesidad de escupir ciertos sabores amargos.
Por empezar, queremos citar algunos párrafos que escribió el ex Olé Fabian Casas, quien bajo el título Periodistas Deportivos Puros publicó en el blog Mal elemento y en Un Caño ciertas definiciones sobre la profesión: “Francamente, creo que no existe otro gremio -cuando se trata de un periodista deportivo en estado puro- más retrógrado que ese”.
“Los periodistas deportivos puros suelen tener cierta vergüenza por su falta de cultura en general y, a veces, como en el caso de Fantino, se anotan para estudiar sociología y terminan diciendo en el medio de un partido "como dice Mao Tse Tang” como si se tratara de una propaganda de jugo de naranja y no del líder de la revolución cultural”. Pocas cosas espera en la vida un periodista deportivo puro que no sea un Mundial. Las redacciones se convierten en una guerra de guerrillas cuando se está armando el equipo que va a ir a cubrir la Copa del Mundo. Creo que Pol Pot es un bebé de pecho al lado de algunos sanguinarios que conozco a la hora de cargarse un compañero”
De una manera diplomática sin ironía pero de forma contundente, Varsky comenta en la reciente nota de Ticespor que “el periodismo deportivo actual es bastante pobre en términos de formación”
Todo esto nos lleva a mencionar ciertas debilidades del “periodismo deportivo”, algo que muchos equivocadamente dicen haber estudiado ¿Estudiar? ¿En dónde? Si ninguna escuelita de esas que sacan 300 egresados por año les pidió que leyerán un solo libro. Pero claro, la mayoría cree que haberse devorado la Enciclopedia Básica de Olé, Yo Soy el Diego e Inocente de Fernando Niembro, los hace estudiosos.
Ya desde esos lugares formadores de “una generación de periodistas que nos supere” o que trabajan “con ética y pasión” –pero no te olvides de dejarme los 100 dólares por mes que no me va a importar si no podés escribirle una carta a Papá Noel-, se pueden notar las grandes miserias de la profesión, ¿cuál no la tiene, dirán los que están afuera? Envidia, obsecuencia a los profesores y a los directores, vagancia, poco profesionalismo; son las premisas durante el ciclo de clases en el que no se estudia nada, en los que sólo se lee el Olé, como si fuese la Biblia. La poca, casi nula cultura general que tiene un egresado medio, queda evidenciada cuando se le pide que escriba correctamente el nombre completo del actual Presidente de la Nación. Ni que hablar si se intenta que respondan sobre quién es el Ministro de Salud (“ah ese lo sé porque lo vi en la cancha de Racing”, responderá el más despierto de todos). Lo peor es que este tipo de desinformación de la vida que transcurre al margen del fútbol, aún permanece con egresados que recibieron su título hace más de 10 años y que tienen su lugar en los medios.
Ya dentro de esos lugares hay que superar varios obstáculos: saber de corrido la formación de Boca del año x, o contestar sin dudar el goleador del campeonato 86/87, todo esto, obviamente con el lambeculismo como premisa, algo útil en todos los ámbitos de la vida. Luego el tiempo y el medio te irá enseñando cómo pisar cabezas y sobre todo cómo hacer el famoso Periodismo de Periodistas, deporte preferido de todo aquel que trabaja en un medio de comunicación. Pese a ser una práctica defenestrada por todos de la boca para afuera, no existe alguien que no critique a un colega. Por empezar el que está más cerca: el de la computadora de al lado, el de la oficina de la otra punta, el del programa de la noche. Continuando obviamente con el diario con el que se compite, el canal rival, la otra radio. El “¿escuchaste lo que dijo?”, “¿leíste lo que escribió ese h de p?”, mirá el lobby que está haciendo por tal técnico" son las frases más escuchadas. Lo peor: nadie se atreve a desenmascarar a alguien. Cuando a alguno se le ocurra dejar entrever cierta interna entre periodistas, van a pasar pocos segundos para que aparezcan los codigueros que digan "eso está mal, no se puede hablar de un compañero de la profesión". ¡Falsos! ¡Hipócritas!
Tan hipócritas como la gran mayoría que se la pasa tratando de saber todos los quilombos internos de los planteles, a qué mina se voltea tal jugador, o cuanta plata le tuvo que dar a la barra el equipo; sin embargo nunca se animan a publicar esas informaciones. Si el periodismo deportivo fuese sincero consigo mismo haría un programa como el de Jorge Rial y sería feliz.
Como dice Casas, cuando se viene un Mundial, la lucha es descarnada, lo que también es elocuente ante cualquier viaje por más que sea a San Nícolás. Dentro de ellos aparecen las enormes habilidades de dibujo y pintura que tienen los periodistas deportivos. La obtención de un ticket de comida trucho o un recibo en blanco de taxi se festeja como una Copa del Mundo. Además nunca faltan aquellos que se disponen a hacer una dieta estricta con tal de salvar los viáticos o los que se devoran los desayunos, a los que arriban con el tupper para robarse el pan y el fiambre y hacerse la viandita (maniobras que suele realizar la dupla titular de Fox Sports -que cobra fortunas- durante viajes largos en los que les pagan en Euros).
A propósito de Fernando Niembro, en él se suelen depositar las mayores críticas dentro de la profesión. Sin embargo son pocos los que se animan a reconocer que desean tener el poder que cosechó, la fama que lo rodea y el sueldo del que goza. Los que dicen que no, son los primeros que por unos pesos más son capaces de cualquier cosa.
Otra de las grandes quejas dentro del periodismo deportivo es que las altas esferas de los medios en los que se habla de deporte, están manejadas por tipos que poco o casi nada saben de periodismo o de deporte ¿Por algo será muchachos? ¿No les parece?
En resumen, para ser periodista deportivo hay que ser vago, no hace falta saber demasiado pero si cómo sonreirle al Jefe, al que se le trae un regalito del Free Shop después de cada viaje; hay que llamar a los jugadores una vez por semana así sea para preguntarle si el perro comió Dogui o Dog Chow; colgárseles de sus lujosos autos para que te den una nota, y demás artimañas.
Somos así ¿qué se va a hacer?