domingo, 29 de abril de 2007

Pensando a Maradona

Apareció hoy en Perfil una nota sobre Diego Maradona con cuatro opiniones distintas de filósofos, médicos y sociólogos. Entre ellas nos quedamos con la que escribió Pablo Alabarces, sociólogo siempre vinculado al fútbol, al tema violencia en las canchas, autor de los libros Cuestión de pelotas, Fútbol y patria, Futbologías, entre otros. Compartiendo la idea que lo mejor que puede hacer Maradona es escaparse de todas las lacras que habitan nuestro país y partir a Cuba; reproducimos lo escrito por Alabarces, que vale la pena leer.
Cuenta la leyenda que en un rincón oculto de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA hay un altarcito con dos efigies: una de Eva Perón, otra de Maradona. Por supuesto, se trata de adoradores que, lejos de las idioteces de la Iglesia Maradoniana, cultivan el respeto debido a los mitos de una Argentina que se pensaba popular y más democrática. Y, a la vez, la misma leyenda cuenta que en 1994, cuando Maradona fue excluido del Mundial de Estados Unidos, hubo manifestaciones en Bangladesh, solidarias con un símbolo del antiimperialismo.
Seamos sinceros: nadie puede soportar, impunemente, tamaña carga simbólica. Y no se trata de imputaciones de clase, de un etnocentrismo barato que afirma “qué querés con ese negrito”; ninguno de nosotros –y nosotros significa intelectuales urbanos de clase media– pasaríamos airosos por la prueba de ser, simultáneamente, uno de los mejores jugadores de fútbol de la historia, el tipo más conocido del universo, un ícono de los colonizados del mundo, el último símbolo plebeyo nacional-popular de un país que desplazó esos relatos a la nostalgia. Todo lo que le ha ocurrido a Maradona es poco frente a tamaño contexto; yo, sinceramente, hace rato que estaría tirado en una zanja. El, en cambio, terco y aferrado a la vida, ya va por la tercera resurrección, si sobrevive a ésta.
A esta altura, Maradona ya no significa nada más que pasado –el recuerdo de tanta felicidad y tanta contradicción. En la contradicción, justamente, está su valor: el presente argentino ofrece una pura linealidad sin dobleces, pero de traiciones, de injusticia, de discriminación, de mediocridad, de hipocresía y obsecuencia. En ese marco, un pasado que habla de momentos de belleza (ese gol, esa vuelta olímpica) y de contradicciones (el menemismo pero también el guevarismo, la farándula pero también Fiorito como condensación de la fidelidad popular) sobresale y sobrevive. El problema es que Maradona, en tanto mito del pasado, sólo existe hoy como mercancía de los medios masivos. Y las mercancías mediáticas, casi por definición, son efímeras. Hoy es apenas una imagen aplanada, sin matices, que sólo espera su muerte real para dar paso a la escena siguiente: un velatorio multitudinario, transmitido en cadena, con las consabidas y previsibles referencias a los de ambos Perón. No hay nada en Maradona –después de tanta y tan brillante imprevisibilidad– que no haya sido capturado por un guión mediático que tiene prevista hasta su muerte, inevitablemente joven. Cruel destino, al que él y también sus adoradores contribuyen cumpliendo fielmente con los pasos previstos.
A pesar de todo lo que Maradona y el maradonismo berreta me han irritado en los últimos años, sigo prefiriendo –cerca de la muerte, porque es el límite que debe obligarnos a suspender un poco la crítica– una apuesta esperanzada. Pero radical: debemos olvidar a Maradona, suspender su presencia, congelarlo en su último momento digno (¿el ‘86? ¿el ‘90? ¿el gol a Grecia del ‘94? ¿la sonrisa al final del partido con Nigeria?) y borrarlo de la escena. Apuesta con la que él podría colaborar desapareciendo en la Cuba hospitalaria y sin CNN, transgrediendo –la única transgresión real a esta altura– el final guionado y muriendo de viejo, rodeado de nietos y habanos, viendo sus partidos en DVD y contando chistes sobre Grondona, Havelange y el Papa.
Pero mi apuesta es imposible: ni los medios ni la irresponsabilidad ética del espectáculo argentino de masas podrían compartirla. Hoy es el turno de la muerte joven de un ícono popular: las resurrecciones venden menos que la muerte en directo. Contra eso, contra las idioteces de los Rial, contra la obsecuencia de los Niembro, contra la mercantilización de los Suar y contra la perseverancia de Maradona para cumplir con ese destino, nada puede hacerse, apenas desearse.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

excelente sentido comun y consecuente entendimiento de una realidad que no supera los deseos de los menos mediocres.

Creo que esta frase de Alabarces "...Contra eso, contra las idioteces de los Rial, contra la obsecuencia de los Niembro, contra la mercantilización de los Suar y contra la perseverancia de Maradona para cumplir con ese destino, nada puede hacerse, apenas desearse..."

tambien define la existencia de tu blog. Pero claro, el necesito "2" lineas para resumir lo que vos venis haciendo desde hace meses.

Sigo apostando a que este blog sirva como enfoque y puesta en marcha para los que desean hacer despues de pensar y criticar al pedolin.

Anónimo dijo...

Maradona nunca quiso ser símbolo de nada. Le hacen mal los que lo convierten en eso. No hace falta que Maradona simbolice la lucha contra lo que sea que a uno no le guste.

Ya probó ir a Cuba, no le hizo bien, volvió peor y casi se muere.

Anónimo dijo...

Que tal, queria comentar y preguntarle porque el periodismo hoy no esta hablando de la NO amarilla a Martin Palermo debido a su ascenso por el almabrado perimetral de la cancha de Boca, estando no menos de 5 a 15 segundo festejando tranquilo ante la impunidad de todos. Si mal no recuerdo, el año pasado a Veron lo persiguieron durante semanas por el mismo (y mucho menor)hecho. Me gustaria saber que piensan Uds? Si estoy equivocado o que

bonito lunch dijo...

al horno=bullshit

Anónimo dijo...

Qué claridad conceptual la de Alabarces!!
Es verdad, lo mejor que se puede decir es dejarlo tranquilo al Diego, solo eso, y en cuanto alguien empiece a hacer notas al pedo, habría que llamar a los medios y decir "no me interesa esa nota a Maradona".
pero solo es un deseo imposible de cumplir. Por lo pronto me encargo de no consumir a los Rial, a los Niembro ni a los Suar. Algo es algo.

Anónimo dijo...

Claridad conceptual la de Alabarces tan vilipendiada por algunos escribas iletrados de este blog. Con sus "palabras a lo loco Bielsa", el club de amigos mogólicos y procesistas "marquitos materazzi vive!" queda una vez más expuesto en su idiotez y en la necesidad de expresarse bien, con términos adecuados aunque sea para hablar de algo en apariencia tan nimio como es el fútbol, una pasión de multitudes, por tanto un fenómeno de masas digno de ser analizado seriamente.

Chau.

Anónimo dijo...

que izquierdistas pelotudos quieren que maradona muera en cuba,que quede en la historia como un comunista.

Anónimo dijo...

quien sabe lo quieren de suplente de fidel castro,que en cualquier momento...

Anónimo dijo...

¿que calificativo merecen entonces los creadores de la "iglesia maradoniana"?
maradona es ejemplo para los demas muy a pesar suyo, ojala hubiera pensado alguna vez, solo pensado, quizas es pedir mucho, en todos los piben que entran en la droga gracias al ejemplo "de esto se sale facil".
Gracias a los periodistas que no le lamen la bota a maradona y nos muestran lo que es en realidad.