Salvó la cabeza

Se acercaba el final. No del partido, de un ciclo. De una era repleta de frustraciones, de errores, de engaños. Se acercaba el final hasta que de golpe llegaron los goles necesarios. El milagro se hizo realidad. No habrá final, por ahora. No habrá excusas. Sólo lágrimas de emoción para ese hombre que por la cabeza de Falcao podrá sostenerse en su cargo, algún tiempo más. Festeja River, festejan los que se quedaron hasta el final (como corresponde), festejan los que se fueron antes de tiempo (nunca hay que irse antes de que pite el árbitro), festejan los que llegaron a volver, festeja todo un plantel que era consciente de que se le venía la noche, festeja “el” hombre que más miradas atrajo en la noche del Monumental.
Daniel Alberto Passarella sigue siendo el DT de River pese a sus equivocaciones, a sus cambios, a sus faltas de respeto a los jugadores que dirige, a su desequilibrio, a sus habituales lágrimas. Lo salvaron los goles y la actuación del colombiano, y también la formidable tarea del Burrito Ortega, generador de todas las jugadas de riesgo de River.
Una reacción impensada, una entrega mayúscula con 9 hombres en cancha y un conjunto brasileño que canchereó a la hora de cerrar el partido, hicieron posible la clasificación a los Cuartos de final de la Sudamericana, esa copa que habrá que levantar para cumplir con el juramento de la continuidad o la ida. Esa copa que ya vio la eliminación de Boca.
River celebra, Passarella respira.